domingo, 5 de septiembre de 2010

“Esto cualquier día tiene que reventar”

Desayunando en una cafetería-panadería de cadena oía decir esto a una de las empleadas que se quejaba de la situación laboral actual; “antes te ofrecían empleos alternativos pagándote mas y ahora tienes que rezar para que no te echen”, además la mujer focalizaba (que raro!) toda su ira en los inmigrantes y no paraba de decir que si los españoles no se que que si los españoles no se cuantos, añadiendo a su discurso fantástico el remate de “si, si es que esto tiene que reventar algún día”. Cada vez hay más gente con ese deseo inconsciente en la mente, aunque evidentemente es un deseo estúpido, porqué si “esto revienta” lo más probable es que quien reviente seamos los más humildes, es decir que cuando se proclama el amen nadie sabe ni de que está hablando. Personalmente creo que uno de los problemas más graves es que por un lado nos han malcriado veinte años de vacas gordas y ya no tenemos paciencia ni para aguantar un determinado tiempo de estrecheces. No digo que no haya gente que lo esté pasando mal, pero es que quien lo está pasando peor son precisamente los inmigrantes, por lo que no deja de resultar paradójico que quien manifieste de forma más iracunda su frustración sea alguien que tiene trabajo y que tendrá más posibilidades de tenerlo que un inmigrante.


Por otro lado otra connotación lamentable, que cada vez me abruma más, es la de la mezquindad y pocas ganas de mirar hacía los problemas de frente que tiene la gente en general; es decir que los culpables no son los empresarios que han contratado durante veinte años a mano de obra de forma ilegal defraudando a Hacienda, a la Seguridad Social y reventando el mercado salarial, no son las entidades financieras que especulan en todos los sectores posibles y se forran monopolizando el sector inmobiliario, no son las multinacionales que se dedican a destruir empleo de forma sistemática, no, nada de eso, los culpables, atención: ¡Son los inmigrantes!, o dicho de otro modo; ¡Somos nosotros! ¿Porque quien no es descendiente de inmigrante a estas alturas?


No se exactamente que podemos o deberíamos hacer, pero está claro que el frente está ahí, delante de nuestras napias. Hay que priorizar en la pedagogía hacía esta gente que con tanta facilidad proclama la persecución hacía el más débil y se niega a mirar de frente a los problemas, gente mezquina y peligrosa de la que desconocemos sus límites, a la que tal vez nunca lograremos convencer de nada pero a la cual quizá conseguiremos moderar en sus discursos demagógicos, simplones y cobardes. La política no sólo es de altos vuelos, sobretodo lo es a pie de calle, y aunque es cierto que el poder se lleva la palma en culpabilidades, no es menos cierto que bastante gente humilde ha vivido inmersa en una filosofía fundamentada durante años en lo facilón, en atar perros con longanizas, en arrinconar escrúpulos con tal de trepar en la pirámide del consumo, en acabar creyendo que eran clase media o algo parecido negándose a reconocer su lugar en la escala social y a prepararse para el inevitable y previsible aterrizaje forzoso a la realidad.